[vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Todo aquel que se inicia en la acuarela sabe que lo primero que te enseñan es que el blanco no existe en la paleta de colores, es el propio fondo del papel, y como segundo paso del aprendizaje, que se trabaja con veladuras, empezando siempre por una base muy tenue sobre la que se irán aplicando sucesivas capas según lo que se pretenda representar, teniendo en cuenta que la realidad es mezcla de muchos colores, quedando infantil y ridículo si solo se utilizan los más elementales.
Estos conceptos básicos e introductorios al arte de la pintura con acuarela que nos regaló el ilustrador del libro “Marbella Naturalmente”, Raúl León, sirven metafóricamente para muchas situaciones de nuestras vidas, pero me interesa especialmente el símil con la gobernanza política.
El papel base sobre el que se traza la Marbella actual es de la mejor calidad. Apto para el mejor de los dibujos. Nuestro clima, nuestro entorno y nuestro cosmopolitismo nos deberían facilitar el dibujo de lo que queremos mostrar, de lo que queremos ser. Tenemos material de sobra. Podemos representar nuestro día a día como si de un cuadro costumbrista se tratase, cuestión de buscar lugares donde la cotidianeidad esté muy presente, bien en el casco antiguo, en los barrios o en los lugares turísticos; por fortuna hay muchos ejemplos que mostrar. Ahora bien, ¿qué nexo de unión habría entre esas diferentes imágenes? ¿Cuál es la capa base sobre la que se ha dibujado cada una de ellas? ¿Cuál es el modelo de ciudad que tiene Marbella en su fondo y qué se muestra al que la observa? Carecemos del elemento unificador que muestre qué somos y hacia dónde vamos. Los trazos de nuestra imagen no son nítidos, en algunos casos es demasiado borrosa al haber mezclado colores incompatibles o con demasiada agua, y en otras se han utilizado colores demasiado básicos que resaltan de los demás generando desequilibrio y confusión. ¿Por qué se reconocen con tanta claridad ciudades como Málaga, Bilbao o Barcelona? Cada una de ellas planificó y consensuó un modelo de ciudad de manera que la ciudadanía y los gobernantes mantuviesen el mismo enfoque sea cual fuese el que estuviese pintando en ese momento. De ahí que, pasado un tiempo, son ciudades aplaudidas y de gran reconocimiento general. Algo evidente pero que requiere decisión política, planificación, constancia y apoyo institucional.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]En Marbella, les recuerdo por enésima vez, contamos con el instrumento que define nuestro modelo de ciudad: el Plan Estratégico 2022 (que se va quedando corto de fecha ante la falta de empuje institucional). Un dibujo trabajado, limpio y consensuado…, que muestra un ciudad moderna, sostenible y con objetivos de futuro. ¿Dónde nos encontramos? Esta semana IU ha denunciado su paralización por parte del actual equipo de gobierno a lo cual le han replicado indicando que se quiere seguir mejorando a través de los distritos. Volvemos una vez más al tira y afloja al que nos tienen acostumbrados nuestros representantes, dejando una imagen nebulosa sobre los asuntos relevantes sin llegar a afrontarlos con la transparencia y decisión que se les exige desde la sociedad. Si se mantiene la apuesta por ese modelo se precisa con urgencia evidencias, propuestas y avances. Y si no, mejor decirlo ya exponiendo cual es la alternativa pues el lienzo empieza a curvarse de tan aguado que está.
Mientras tanto no quedamos con un cuadro mediocre, infantiloide, con representaciones cotidianas pero sin reflejos de futuro. Será cuestión de regalarles un cursillo de acuarela a más de uno.
Artículo publicado originalmente en el Diario Sur el 19 de febrero de 2018.
Arturo Reque es arquitecto, activista, presidente de la asociación Marbella Bycivic y miembro cofundador de Impulsa Ciudad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]