[vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Dice el proverbio que la esperanza es lo último que se pierde, y como todo proverbio, encierra dentro un gran sentido de la realidad. La esperanza es una de las tres virtudes teologales, y en el momento actual la más necesaria para el pueblo llano que necesita estímulos en el camino que debe recorrer hasta los comicios de mayo.
Marbella es una ciudad difícil. Es bella, interesante, cosmopolita y famosa, también. Por eso mismo se le pide mucho más que a cualquier otra de sus características. Se le pide que cumpla todos los requisitos para su renombre internacional, y cumplirlos a rajatabla es una ardua tarea para lo que necesita una dirección inteligente, honesta y con iniciativas de alto nivel.
Tarea no excesivamente fácil. Las ideologías restringen a veces las actuaciones de sus afiliados conminándolos a seguir órdenes de los de arriba. Y no siempre coinciden o se prestan a cumplir las que el pueblo necesita. El diálogo se convierte en ocasiones en un monólogo desaprovechado, donde los jefes de partidos no son conscientes de lo que le piden sus colegas de municipios.
La renovación se impone a veces como una forma de alcanzar proyectos tumbados y necesidades a las que se le ha hecho la vista gorda. Hacen falta nuevos líderes para nuevos tiempos que traigan ideas renovadoras, es necesario quizás que los ciudadanos se impliquen en el bienestar social y en políticas públicas que lo proporcionen.
Es por ello que un nuevo grupo de personas ha decidido dejar los corrillos y silencios que hasta ahora teníamos para formar una agrupación de electores desde el que intentar conseguir los medios para que Marbella sea una ciudad modélica.
Bajo el nombre de “IMPULSA CIUDAD”, la agrupación posee la ilusión y la fuerza de un proyecto libre absolutamente de ideologías dispuesto a luchar por una ciudad en la que todos trabajemos unidos por el bien común. Una ciudad con servicios públicos de calidad, con un urbanismo sostenible cuyos espacios públicos alcancen la idea deseada. Que además de la oferta turística ofrezca una diversificación de su economía. Y que deje atrás los modelos caducos para ofrecer ideas nuevas que puedan ser llevadas a cabo.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]A veces, en una ciudad como Marbella se tiene la tentación de apostarlo todo a la carta de la magnitud, de la supervisión cósmica-espacial, de los acontecimientos de gran calado, en deterioro de la vida cotidiana de sus ciudadanos, de los asuntos no excesivamente majestuosos y visibles. Se pierde la medida del quehacer diario, de cosas necesitadas de solución que harían la vida más confortable al hombre sencillo y corriente.
“Impulsa Ciudad” lleva entre sus líneas maestras el desarrollo de lo olvidado por mandatarios impregnados bajo un aire de lujo y que dejaban en el cajón las necesidades auténticas del hombre de la calle.
Es necesario, y ellos lo proclaman, aunar las dos vertientes sin que ninguna se resquebraje, maridar la ciudad calificada como “cinco estrellas” con el núcleo urbano moderno y eficiente, pero atento al aquí y ahora de los que lo habitan.
La cultura debe ir de la mano de la diversión, sin olvidarse una y otra de los jóvenes. La educación ha de ser entendida como prioritaria, desterrando módulos impresentables como sustitutos de colegios imprescindibles. Los espigones en las playas han de venir porque es la única forma de asegurarlas de una arena aceptable.
Prestará Impulsa Ciudad atención máxima a la consecución de un tanatorio digno, de una biblioteca tan necesaria y de una equipación deportiva consecuente con las necesidades actuales.
El proyecto de IMPULSA CIUDAD, realizado por ciudadanos para ciudadanos proclama una Marbella gestionada con un uso transparente de los fondos públicos.
Marbella necesita un cambio estructural. Olvidemos los tópicos con los que los partidos pretenden adormecer a sus votantes. Una sabia nueva dará resultados sorprendentes.
Ana María Mata es historiadora y novelista[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]