No sé si sabrán que en Marbella hay una anciana dama que acaba de cumplir 150 años y está a punto de fallecer, no sé si por el COVID, o porque simplemente la dejamos morir.
A pesar de ser una de las damas de mayor edad de toda España está despreciada, ignorada, vilipendiada, denigrada,… y lo que es peor: ¡¡¡olvidada!!!
Nació en el “Hospitalillo”, hoy conocido como “Hospital Real de la Misericordia”, allá por enero de 1870, el mismo año en el que nació el ferrocarril minero y el muelle que nuestros abuelos llamaron de los ingleses o de hierro, siendo alcalde Don Pedro de Artola y Villalobos, quien le encomendó sus primeros cuidados a D. Carlos de Bock.
Pasó una infancia muy feliz en su querida ciudad natal, entre rondas, bailes y conciertos, animando con su alegre voz a los marineros, hortelanos, mineros y comerciantes de Marbella, y a los colonos de San Pedro en su fiestas patronales.
Tuvo un pequeño catarro en el invierno del siglo XIX, cuando el alcalde de entonces, D. Cristobal Lara Urbano, en 1897, “recetó” prescindir de la presencia de su cuidador de entonces: D. Francisco Cañero.
Pero a una dama joven, fuerte y querida, como lo era entonces, no pudieron callarla, y pronto la vimos de nuevo cantando dianas mañaneras y veladas nocturnas de alegres bailes con su fuerte y juvenil voz, al amparo ahora de Antonio Lozano y de Diego Velázquez después.
En su juventud, en los llamados “felices años 20”, aunque en el Rif estuvieran muriendo nuestros jóvenes soldados, fue el malagueño Antonio Marín Jiménez quien la atiende, animando durante esos años con sus alegres cantos y melodías no solo a sus vecinos de Marbella, si no también a los de Ojén, Istán, San Pedro y el Ángel en sus ferias otoñales.
En la siguiente década, el terrible sufrimiento que afectó a toda España, hizo que ni su protector D. Jesús Hernández Infantes pudiera evitar que entrara en un coma profundo del que no se recuperó hasta una década después cuando, al cuidado de D. Eulogio Carrillo, vuelve más fresca y joven que nunca, con la fuerza de aquellos mozos que la protegerán durante las próximas décadas, y entre los que se encontraba Francisco Lara Urbano, quien a mediados de los 50 se hará cargo de su custodia hasta que descubrimos que “el turismo era un gran invento”, realizándose un nuevo relevo en su tutela con la llegada del valenciano D. Salvador Sánchez que pasa a cultivarla y nutrirla de jóvenes marbelleros, y de grandes profesionales que al final de su carrera musical vienen a vivir a la costa en busca de sol y tranquilidad.
Y así llega nuestra querida dama en toda su plenitud y esplendor a aquellos productivos años setenta y ochenta: conciertos multitudinarios, San Bernabé, Virgen del Carmen, San Pedro Alcántara, hermandades de pasión, Fallas de Valencia, Feria de Coín, Feria de La Línea… ¡¡Todos quieren contar con su digna presencia!! ¡¡Qué gran trabajo de su nuevo cuidador D. Rafael Fuentes Angulo!!
Pero llegaron los funestos años 90 y el comienzo de la decadencia de nuestra querida y admirada amiga. Obligada a participar con su presencia en indignos actos, y saraos privados de amiguetes del poder municipal, que confundieron lo público con lo particular, y arrebataron al pueblo para beneficio propio todo lo que pudieron y más, incluyendo a nuestro vieja dama, que pasa de ser una de las referencias culturales más importantes de la ciudad a un burdo instrumento del poder municipal más casposo, dictatorial y zafio que esta ciudad ha tenido desde el nacimiento de nuestra querida amiga.
Afortunadamente bien entrado ya el siglo XXI, nuestra dama vuelve a tener el lugar que se merece en el espacio cultural de la ciudad: el nombramiento de un nuevo y joven cuidador D. José Rivero, conciertos, procesiones, actos institucionales, etc., la vuelven a situar en el lugar que le corresponde.
Pero el paso del tiempo es inexorable, sobre todo si no se le prestan los cuidados, la atención y el esmero necesario para su protección, y veinte años son muchos años, veinte años viendo como pierde su sentido, su dirección, su voz, su alma, su fuerza, su vigor, su esencia, su camino,… Y cada día más enclenque, cada mes más débil, cada año más desnutrida, cada década… ¡¡cada década más cerca de la muerte!!
¿Y qué hacemos?, ¿Qué hace el pueblo? ¿Qué hacen sus regidores, sus responsables?… ¡Qué pronto olvida la sociedad!, ¡Qué poco cariño a su vieja y más querida hija!, ¡Qué desprecio más cruel para quien durante 150 años ha demostrado tanta pasión, alegría y amor a su ciudad! ¡Qué olvido más imperdonable por parte de quienes tienen la obligación de cuidarla, amarla y protegerla!
¡¡Y qué envidia, en cambio, cuando miramos a nuestro alrededor!!. No hay ciudad que se precie en España que no tenga una “dama” que ennoblezca con su voz sus noches de pasión en cuaresma, sus fiestas más populares, o sus noches de estío. En Fuengirola, en Málaga, en Estepona, por hablar solo de nuestras vecinas más cercanas, ya se oyen sus voces cada domingo por la tarde. Pero ¡ay, claro!, ¡Cuánto las quieren y respetan allí! ¡Y cómo lo demuestran!: “Medalla de Oro de la Ciudad” a la joven dama de Estepona en su 75 aniversario, “Premio Málaga a la Mejor Labor Musical” a la vieja compañera de la capital en su 150 aniversario,… Y sobre todo que envidia. Que envidia más sana al ver como no paran de inyectarle sangre joven y fresca, como la rodean de trabajo, de alegría, de ilusión, como la hacen cantar cada día más fuerte que nunca por las calles y templetes de su ciudad, como le dan un rumbo y un objetivo a seguir, como hacen que viva más joven y necesaria que nunca.
Todas cantan ya alegres sus himnos, sus coplas, sus marchas, y sus serenatas en las noches de este extraño e inolvidable verano del 2020.
Pero aquí en Marbella, aquí en mi ciudad, en mi pueblo y en el de mis antepasados, aquí…
No hay desprecio más grande que el que no piensen en ti, ni mayor crueldad que el dejarte morir en soledad.
Pero yo, al menos yo querida dama, te prometo que mientras mis pulmones, mis labios y mi corazón me permitan interpretar tan solo una melodía más, una sencilla escala más, o tan solo una humilde nota más, yo, lo haré por ti vieja dama. Yo no te voy a dejar morir.
Joaquín Gómez Velázquez
(Músico de la Banda Municipal de Música de Marbella desde 1975)