[vc_row][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]
En mi anterior texto realicé un análisis de tipo P/P, Político Poético. En dicho análisis la ciudad, quedaba acotada por el Tiempo en mayúsculas: la Marbella de entonces, los tiempos inmemoriales, y la ciudad de aquí. Según quedó claro en dicho análisis la ciudad no sería, de hecho no lo es, los hoteles, resorts, clubs de playa y demás lavanderías de lujo, los centros tan comerciales como impunes, los pactos tránsfugas y clandestinos, el trasiego de yates en la mas absoluta nocturnidad, ni siquiera el volumen de escrituras de constitución de sociedades opacas ni, ya puestos, la fluida circulación de cheques bancarios entre despachos de abogados y notarías de Ricardo Soriano.
No, este análisis no va de la delimitación temporal del entonces memorable y el ahora demencial: ahora me gustaría definir Marbella por la mirada, o mejor dicho: la observación.
Para que un sitio sea reconocible o tenga una mínima identidad tiene que ser observado. Observar no es solamente mirar; esta ciudad ya es mirada y admirada, la miramos y admiramos continuamente, Marbella sufre de un exceso de miramientos, y también de tocamientos. De hecho sobran los mirones y sobones de este fenómeno internacional al que todos se empeñan en llamar Marbella, muchas veces sin saber de que hablan, Marbella por aquí, Marbella esto, Marbella lo otro, inversiones descomunales, conciertos impagables, paseos marítimos eternos, deslindes trazados con manos temblorosas, chiringuitos de paja y financieros (o financieros de paja y chiringuiteros, da igual si traen dinero). Todo es Marbella, hagan juego, apuesten señores, que aquí ganan todos…todos los de siempre. Y no sigo porque soy bienhablado.
Observar es pararse para coger aire, entrecerrar los ojos y detener por un momento el río de pensamientos inútiles, y finalmente sentir lo que te rodea, o lo que te fluye por dentro (que a veces es más intenso).
[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Mirar es pura inconsciencia, es cuando uno no sabe si va de aquí para alláo de allá para aquí, con el maletín sobado, la cabeza gacha sobre la pantalla, la mente en otro lado, el paso trastocado. Y afinando podemos distinguir dos miradas:
- la mirada cotidiana, la del ciudadano anestesiado, el convencido, el conforme o del ya quemado. Esta mirada no suele ver nada, ni un pimiento, no se entera de qué va la película, y por supuesto es la mirada que conviene a los que trajinan por esos pasillos silenciosos y se dan la mano sobre mesas de caoba brillante.
- La mirada perdida, o de soslayo, de quien lo tiene todo visto, la mirada interesada de aquellos que no ven ni su propia pisada. La mirada nublada con tanta expectativa de cargos y beneficios, de puestos e influencias. Y como esta mirada es la de los que nos gobiernan la consecuencia es la ciudad disfuncional, insostenible, ruidosa y devoradora que atiende a los intereses de los que tienen dinero para disfrutarla a tope o especular con ella.
La suma de esas dos miradas da como resultado la No Mirada, la ciudad invisible, la ciudad cubierta por la neblina el mareo de cifras, de los planes de abracadabra, de la ideología única y verdadera, del liberalismo con brío, la ciudad de las gaviotas y las rosas y los susurros de independencia a los del “otro lado del río”. Y así seguimos, entre todos estamos sosteniendo los andamios del poder, en tensión continua con tanta campaña y pre campaña. Con el miedo generalizado de que no se tambaleen los de arriba, no sea que nos aplasten en la caída.
Lo siento, pero yo me niego a aceptar que esta es la única historia posible, la que encaja en los planes de los de arriba, los que se turnan en el poder.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Y por eso escribo en este blog, porque creo sinceramente que conozco, y soy amigo, de un grupo de ciudadanos que, a pesar de correr de aquí para allá porque tienen hijos que mantener, hipotecas que pagar, y suegras a las que aguantar, a pesar de eso son arquitectos, economistas, carpinteros, profesores, artistas, son ciudadanos en movimiento que hacen el esfuerzo de pararse a tomar aire para observar, y no mirar, su ciudad. Son una generación de Marbellíes que Viven su ciudad, y no que viven de ella (como muchos que vienen a Marbella y se quedan a vivir la gran vida o se van con los bolsillos llenos).
Hay esperanza, porque ha surgido un factor que no encaja en el famoso algoritmo, en la ecuación. Gente que se mueven en bicicleta, que reman en kayak para salvar el patrimonio mar adentro, que ocupan su domingo plantando árboles o recuperando senderos en Sierra Blanca. Ciudadanos de a pie que quieren un gobierno local transparente, participativo, que quieren honestidad y progreso, una ciudad verde y amigable. En definitiva, Impulsar Marbella para que sea un sitio con futuro para las próximas generaciones, y no solo un lugar idóneo para hacer negocios e invertir.
Y usted, ¿es de los que vive de Marbella o vive Marbella?, ¿es usted un mirón o prefiere observar?, si es de los segundos entonces cuando termine de leer este artículo por favor súmese al impulso, levante la cabeza, cuente la historia de su Marbella, la que le de la gana, y proponga ideas, que aquí las aceptan todas. ¿Y usted, sí usted,qué mira?
©José María Sánchez Alfonso, Marzo de 2019.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]